Curso de colisión: privacidad, pagos, identidad digital
19 November, 2014
category: Seguridad en Internet
¿Podría una infraestructura digital de identidad librarnos del dinero en efectivo, de las contraseñas, y solucionar problemas de privacidad relacionados con la Internet de los Objetos?
David Birch tiene esperanzas de que pueda lograrse. “Si continuamos manteniendo nuestra vieja noción de identidad – la idea de que eres determinada identidad de pasaporte y que adondequiera que vayas tienes que presentar esa identidad y dar todos los detalles personales para poder realizar cualquier tipo de transacción — eso es algo desastroso”, opina Birch, director fundador y embajador global de Consult Hyperion, una firma con sedes en Reino Unido y Estados Unidos que se especializa en transacciones electrónicas seguras.
Birch es también un autor que ha estado hablando sobre su libro “Identity is the New Money” (La identidad es la nueva moneda), en el que explica que lo que hace posible efectuar transacciones comerciales tiene más que ver con la reputación que con una identidad.
“Yo voy al bar y me piden ver mi licencia de conducir. Esta da todo tipo de información que no interesa para nada”, explica Birch. “Quién soy no es importante para esa transacción. No es realmente mi identidad, sino mi reputación”.
Birch se enfoca hacia los cambios tecnológicos que están fusionando los pagos con la identidad. Su idea es que los países revisen la infraestructura de identidad, o de titularidad.
En su libro, Birch aboga por tres objetivos:
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Establecer un esquema nacional de titularidad, creando un marco en que el sector privado pueda producir identidades que sean utilizadas tanto por el sector privado como público.
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Habilitar un pasaporte de servicios financieros, de modo que las transacciones puedan efectuarse de modo fácil y asequible utilizando la reputación de uno, en lugar de una documentación que no puede verificarse en el momento.
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Reducir el costo de los pagos y considerar el uso de los bancos como participante en la privacidad. “Supongamos que usted tiene una aplicación bancaria en su teléfono que le puede informar a los demás que usted es un ciudadano estadounidense, mayor de 21 años, que ha utilizado Citibank durante más de cinco años, pero eso es todo”, dice Birch. “Pudieran existir muchísimos lugares donde usted quiere utilizar esa identidad porque en este ejemplo, el Citibank está protegiendo su identidad. No están diciendo quién es usted”.
Otra razón para una infraestructura de identidad es la posibilidad de eliminar las contraseñas. Birch las detesta, especialmente cuando tiene que recordar su contraseña para la cuenta de la cafetería. La seguridad y la identidad tienen que están incorporados dentro de la infraestructura de este nuevo mundo con el Internet de los Objetos.
“¿Cómo hago para darle la circulación del carro a mi esposa para que lo maneje y que utilice mi pase para los peajes en la carretera?” pregunta Birch. El sugiere que las contraseñas no son suficientes ni eficientes para tales casos.
Él también habla de evitar el uso de efectivo. Su idea es que en una amplia infraestructura de identidad uno no necesitaría efectivo porque el sistema puede mantener el seguimiento. Pero sabe que para eso falta mucho tiempo, sobre todo en los EEUU.
“La relación en Estados Unidos con el dinero es curiosa, en comparación con otros países”, señala Birch. “Voy a comprar un boleto para el metro y literalmente tengo que planchar los billetes de a dólar para poder insertarlos en la ranura. Es una locura, sobre todo si podría sencillamente usar mi tarjeta de débito”.
Birch considera que el carácter anónimo del dinero en efectivo beneficia a los ricos y poderosos con respecto a todos los demás, porque es algo incalculable. Él señala que puede utilizarse con fines inicuos, como la evasión fiscal. Además, producir efectivo cuesta dinero.
Birch apoya la Estrategia Nacional para Identidades de Confianza en el Ciberespacio de la Casa Blanca. Él quisiera que NSTIC respalde todo tipo de cosas conectadas con la tecnología moderna, como los teléfonos móviles. Quisiera que las licencias de conducir y otros documentos similares se conviertan en identidades digitales.
Volvamos al ejemplo del bar. “Si tengo una identidad digital que me ha entregado mi banco, que le dice al bar en una forma segura codificada que soy un residente del estado y tengo más de 21 años, no necesitan saber mi nombre. Mi identidad queda protegida, guardada en la bóveda del banco donde está segura”, explica. “Lo que realmente se está transmitiendo alrededor de todo el mundo son los atributos de esa identidad, credenciales autenticadas que me permiten hacer cosas”.
No eliminen todavía el efectivo o las contraseñas
Stephen Shoaff, director general y cofundador de UnboundID Corp., un desarrollador de plataformas de datos de identidad, está de acuerdo con Birch y observa problemas de identidad digital que no serán resueltos en breve.
“Birch se refiere al teléfono móvil como el portador de esa identidad digital”, apunta Shoaff. “Aún existen segmentos de nuestra población que tienen grandes dificultades socioeconómicas y no pueden disponer de ese objeto digital”.
Otro reto es cómo manejar el tema de los que no son ciudadanos, como la reciente ola de inmigrantes en la frontera de Texas.
“Esas personas no tienen una reputación digital que llevar consigo. No estoy tan seguro de que no los estemos excluyendo del sistema económico por no tener una reputación digital que demostrar”, dice Shoaff. “ ¿Qué ocurre entonces? Creo sencillamente que hay obstáculos que todavía no podemos prever”.
Shoaff sugiere que las soluciones para esos obstáculos estarán en manos de la próxima generación, o la siguiente. Eventualmente, sospecha que la identidad digital se manejará internacionalmente a través de un intercambio, en la misma forma que Swift Exchange maneja las divisas y regulaciones entre países.
Él no cree que el dinero en efectivo desaparezca durante nuestro ciclo de vida. Piensa que el dinero digital, como Bitcoin, no es inmune a operaciones delictivas y dejar de utilizar la moneda física no ayudará a que los criminales dejen de cometer fraudes.
“A veces me gusta con pagar con dinero en efectivo porque protege el anonimato”, dice Shoaff, a quien se le arruinó la sorpresa de cumpleaños cuando vio una factura de tarjeta de crédito antes de recibir el regalo de su esposa. “Cuando todo puede ser rastreado y registrado, la experiencia se puede afectar y puede tener todo tipo de implicaciones”.
Al igual que ocurre con el dinero en efectivo, Shoaff piensa que las contraseñas estarán en uso durante un buen tiempo. “El problema es que no puedo ver otra salida que no sea utilizar una combinación con algo que uno tiene o algo que uno es, para poder desbloquear una credencial”, señala.
Shoaff es de la opinión que cualquier cambio en las concepciones sobre identidad, ha de incluir transparencia, confianza y control por el individuo, cosas que según él hoy está ausentes en la mayor parte de la economía de identidad. “Pienso que eso es algo que es propiedad del individuo, y que los bancos o quienquiera que lo tenga, son solamente sus custodios. Pero se creen que es su propiedad y eso tiene que cambiar”, dice Shoaff. “Hay que darle su lugar a la tecnología, de manera que a fin de cuentas el individuo sea el que tenga el control sobre los datos y sobre la forma en que se utilizan”.
Shoaff piensa que existirá una infraestructura de identidad digital, pero que la transición para lograrlo será prolongada.
“Debemos proceder con cautela”, señala. “No todo lo que la tecnología hace posible quiere decir que sea bueno”.